sábado, 6 de junio de 2009

El poder de la palabra

Yo no sé, verdaderamente, cómo expresar la alegría, el entusiasmo, el buen ánimo que siento. Generosa conmigo, la vida me ha dado nuevamente la oportunidad de estudiar. Postulé a un Diplomado en Coaching y Consultoría de la Universidad Ricardo Palma, sabiendo de antemano - ya tengo experiencia en esto - que no ser titulado iba a ser un obstáculo. Afortunadamente, mi currículum y una breve entrevista lo salvaron. Hace un mes que comenzaron mis clases y, no miento, cada día estoy más contento. El nivel académico me parece excelente, pero si hay un curso que realmente me motiva a leer, a investigar, es Coaching Ontológico, a cargo del doctor Pedro Makabe. Makabe es un psiquiatra de origen japonés, especialista en Terapia Familiar Sistémica. Tiene un profundo conocimiento del tema, lo expone muy bien, es riguroso, y - como si no bastara -matiza las clases con un filudo humor cargado de significado. Las clases de Pedro - todos nos tuteamos, no hay disfuerzos académicos - nos sirven también para la vida. Ayer dejó una tarea. Antes de decir cuál es, unas líneas sobre la lectura que acabo de terminar.

Al hablar - dice el texto -, actuamos. Cuando los tailandeses hablan, ejecutan la misma clase de actos lingüísticos que los peruanos, los portugueses, los chinos o los panameños. Todas las personas, más allá del idioma que hablemos, hacemos afirmaciones, declaraciones, peticiones y otras acciones - acciones, hay que subrayarlo - lingüísticas, que son universales. Así, pues, vemos que se establece siempre un nexo entre la palabra y el mundo. En algunos casos, la palabra debe adecuarse al mundo, y en otros, es el mundo el que debe adecuarse a la palabra. Así, cuando el mundo conduce a la palabra, estamos hablando de afirmaciones. Al contrario, cuando el mundo requiere ajustarse a la palabra, estamos hablando de declaraciones. De un modo u otro, el tema central es que hablar (y, naturalmente, escribir) nunca es un acto inocente. Cada vez que ejecutamos un acto lingüístico adquirimos un compromiso y debemos aceptar la responsabilidad social de lo que decimos.
En el caso de las afirmaciones, es decir cuando hablamos del estado de nuestro mundo, nos comprometemos con la veracidad de nuestras afirmaciones, frente a la comunidad que nos escucha. Si decimos, por ejemplo, que hoy es domingo o que está lloviendo, esas afirmaciones pueden ser comprobadas. Si no se comprueban, o nos hemos equivocado, o estamos mintiendo.
El caso de las declaraciones es muy distinto. Cuando hacemos declaraciones, no hablamos de nuestro mundo. Generamos un nuevo mundo para nosotros. La palabra crea una realidad diferente. Después de decir lo que se dijo, el mundo ya no es el mismo de antes. Ha sido transformado por el poder de la palabra. Cuando Don José de San Martín declaró que el Perú era libre e independiente, no estaba hablando sobre lo que sucedía en el mundo en esos momentos. Estaba creando un nuevo mundo, un mundo que no existía antes de su declaración. Pero, ojo, las declaraciones no ocurren solamente en momentos muy especiales de la Historia. Ocurren todos los días. Cuando el alcalde dice "los declaro marido y mujer", cuando en la casa decimos "es hora de almorzar", cuando un profesor dice "aprobado" o una madre "ya puedes jugar en la computadora", se están haciendo declaraciones y, en todos los casos, el mundo cambia después de la declaración. Una vez hecha la declaración, las cosas dejan de ser como eran antes.
Las declaraciones, pues, están relacionadas con el poder. Cuando hacemos una declaración, también nos estamos comprometiendo por su validez. Sostenemos tener la autoridad para hacerla y que fue hecha de acuerdo a normas socialmente aceptadas. Ahora, así como una autoridad política tiene el poder de hacer determinadas declaraciones que afectan a la sociedad entera, cada persona humana tiene el poder de hacer declaraciones en el ámbito de la propia vida personal, y en cuanto ejerza tal poder, asienta su dignidad como persona.
Existe un conjunto de declaraciones que pertenecen a este ámbito de autoridad personal. Entre otras, la declaración del No, la declaración de aceptación (el Sí), la declaración de ignorancia, la declaración de gratitud, la declaración del perdón y la declaración de amor. De acuerdo al texto, la declaración del No es la más importante de todas, pero ya no voy a cansarlos con tanta explicación. Terminaré diciéndoles cuál es la tarea de Makabe: hacer, en esta semana, dos declaraciones sobre nuestra vida personal.

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