domingo, 17 de mayo de 2009

Ocho y nueve

Solemnes, serios, hasta se diría misteriosos, los especialistas llaman Insomnio de Conciliación a ese dar vueltas en la cama sin poder agarrar el sueño. Lo diferencian así del Insomnio de Despertares Múltiples - abrir los ojos como platos, súbitamente, dormirse al rato, volver a abrirlos poco después, jatear, despertarse nuevamente, y seguir así la noche entera, hasta la desesperación - y del Insomnio de Despertar Precoz, es decir confundirse con los gallos y despertarse a las tres de la mañana, no para cantar, sino para no hacer nada, porque, ¿a esa hora, qué?
Este servidor y el Insomnio de Conciliación son viejos amigos. Anoche, decidí no luchar contra él. En lugar de prender la luz y retomar el libro que - él sí, qué suerte - dormía a pierna suelta al costado de mi cama, me puse a recordar y a reflexionar un poco sobre otras cosas que estuve leyendo en estos días, para que aparezca el sueño como quien no quiere la cosa. Vinieron entonces a mi mente algunos caprichos del idioma, consignados por el presidente de la agencia de noticias EFE. ¿Por qué - se pregunta Grijelmo - hay tantas coincidencias entre "nueve" y "nuevo"? Ojo, que no solamente en español: nine y new en inglés, neuf y neuf en francés, nou y nou en catalán, neun y neu en alemán, nove y novo en portugués, nove y nuevo en italiano, ni y ny en noruego y hasta nava y na'va en sánscrito. Cuando leía, recuerdo, me pasé de vivo y pensé que la respuesta, claro pues, estaba en que todos esos idiomas provenían de troncos comunes. ¿Ah sí - me dijo Grijelmo, unas líneas más abajo -, y qué me dices de nueve y nuevo sean bederatzi y berri en euskera? Y si no te gusta el nueve - siguió después -, probemos con el ocho. Eight-night, en inglés, huit-nuit, en francés, buit-nit, en catalán, otto-notte, en italiano, acht-nacht, en alemán, oito-noite, en portugés...
Me apabulló y, como consecuencia, me quedé dormido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario